miércoles, 27 de abril de 2011

Hasta pronto

Eran las 6 de la tarde. Cerraba las puertas del pub mientras un sol enorme iluminaba todo mi cuerpo con los últimos rayos del día. El motivo por el que cerraba tan temprano era que era el día grande las fiestas de la ciudad y todos los comercios, incluidos los pub y cafeterias, habían decidido cerrar a esa hora para poder disfrutar la festividad local.

A todo eso, en mi caso, tenía que añadirle una causa más: durante toda la semana Caroline había estado enferma y no salió de casa en todo ese tiempo. Hoy es la primera vez que dispongo de tiempo para hacerle una visita.

Después de cerrar con llave todo el local fui directo a la residencia de Caroline. Vivía en un pequeño piso apartado del centro de la ciudad, así que me esperaba un largo camino por recorrer con la única compañía de una caja de bombones.

Una hora más tarde llamé al interfono. La voz de mi compañera de trabajo me respondió y me dio paso. Me abrió la puerta de su hogar y me recibió muy cálidamente.

Se notaba que estaba muy enferma. Tenía la piel muy pálida, los labios un poco morados y los ojos rojos. Cuando fue al médico hace una semana le diagnosticaron una gripe muy fuerte. La debilitó tanto que pocos días después incubó un virus mucho más fuerte que la dejó tirada en cama. Aunque en el momento en el que me recibió ya estaba bastante recuperada, se veía desde lejos que no había sido una buena semana para ella.

La ayudé un poco arreglándole un poco la casa. Después preparé un café para los dos y nos sentamos en el sofá de la sala a tomarlo. Nos pusimos a hablar tanto del trabajo como de su semana de convalecencia.

- ¿Que tal estás?
- Bastante mejor que estos días atrás. Muchas gracias por la caja de bombones.
- De nada. Es lo que mejor sienta después de una enfermedad.
- Verdad. ¿Alguna novedad por el pub?
- Nada fuera de lo usual.
- ¿Y no apareció ninguna persona digna de mencionar?
- Nada que no sepas. Si leíste la prensa estos últimos días te habrás enterado que   encontraron al asesino del profesor de la Universidad
- Es cierto.
- Pues nuestra pareja de detectives vinieron a celebrarlo. Y no se di te enteraste también que Aifos publicó una nueva novela.
- ¡¿En serio?!
- Si. Y está teniendo muy buena crítica. Dice que para la próxima, va a inspirarse en esta ciudad.
- Interesante. A ver que tal es.

Y así transcurrió toda la tarde. Sin darnos cuenta, el tiempo había volado, ya eran las diez de la noche. Decidimos pedir algo de cenar y seguir con la conversación.

Con los estómagos llenos, y con un enorme cansancio en la cara, llegó la hora de marchar. Pero antes de eso:

- Tengo que darte una noticia -me dijo-.
- Ojalá que no sea mala para ti.
- Al contrario, es muy buena.
- Dime entonces.
- Dentro de tres días me marcho para Venecia.
- ¿Y eso?
- Una antigua amiga mía tiene que mudarse allí, y como yo estuve un año de estudios de la carrera allí, me pidió si podía ir con ella para ayudarle a adaptarse al nuevo país.
- Bien por ti. ¿Cuál es el “pero”?
- Que voy a estar allí casi dos meses.
- Esta bien. Disfruta de tus “vacaciones”, yo ya me las apañaré aquí. De todas formas me escribirás desde allí no?
- No te preocupes que lo haré en cuanto pueda.

Y tras esa conversación, quedamos que el día antes de que se marchara, la iba a ayudar con el equipaje, y al día siguiente la llevaría al aeropuerto.

Y con esta noticia os informo que mientras dure la estancia de Caroline en Venecia, yo me encargaré de escribir lo que pasa en el pub, tanto en la barra como en la mesa, y también os dejaré leer las cartas que me mande desde la ciudad de los canales.

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